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Las emociones y el cuerpo


El encargado de regular los aspectos fisiológicos de las emociones es el Sistema Nervioso. El sistema nervioso autónomo acelera y desacelera los órganos a través del simpático y para-simpático; la corteza cerebral puede ejercer una gran influencia inhibitoria de las reacciones fisiológicas.  El cuerpo responde a la manera como pensamos y sentimos, entonces actúa. Esto se denomina la conexión mente y cuerpo.
A continuación, explicaremos lo que los sentimientos le pueden causar a nuestro cuerpo:

La ira
Es una emoción positiva hasta cierto punto, porque nos lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de nuestro territorio, a defender lo que es nuestro y lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritación, agresividad permanente, resentimiento, odio, se vuelve contra nosotros, afectando al hígado, la digestión, presión y frecuencia cardíaca y el sistema inmunológico.  La sangre circula más lento, músculos y articulaciones si tensan; se altera la actividad cerebral, sobre todo en los lóbulos frontal y temporal de forma negativa; la bilis se derrama dentro del cuerpo y la sangre se envía a la periferia del cuerpo, dejando a los órganos importantes sin suficiente sangre. 

La alegría
Es la más atractiva de las emociones porque es la emoción más curadora de todas, porque no va en contra de ninguna otra.  La alegría pone a todas las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente; las conduce hacia la mente.  De la alegría nace la risa, que es la mejor arma para liberar la tensión y otras emociones; sirve también para mantener sano el sistema nervioso y ejercitar los músculos faciales. También favorece a los procesos de digestión y eliminación, mientras la presión sanguínea se normaliza y la dilatación de los alveolos pulmonares se hace tres veces mayor a la respiración normal, por lo que la cantidad de aire bombeada a los pulmones se triplica. La risa es una reacción espontánea del cuerpo, es el resultado de una forma de ver la vida, de la sencillez y espontaneidad; es encontrar el sentido humor de la vida cotidiana. Todo esto se da gracias a que la alegría produce una hormona llamada endorfina, responsable de aumentar nuestro buen humor y eliminar el dolor. 

La tristeza
Es un sentimiento que nos lleva a la depresión cuando nos encerramos en ella y no la expresamos, pero también nos sirve de ayuda. La tristeza hace que nos conectemos con nosotros mismos y ayuda a restaurar el control interior.  La tristeza produce una hormona llamada melatonina que causa adormecimiento, por lo tanto, una persona en depresión solo quiere pasar el día durmiendo. De la tristeza surge el llanto, el cual permite eliminar la adrenalina y noradrenalina (hormonas que se segregan por un estado de mucho estrés) y contribuye al deshago de emociones; ya que las penas que podemos pasar, obstruyen nuestro buen juicio. El llanto elimina toxinas y activa hormonas que producen un efecto tranquilizador.

La ansiedad
Es un sentimiento de vacío, que a veces provoca una sensación de falta de aire.  Surge cuando buscamos apoyos externos, porque no tenemos la fuerza interior. Si no aceptamos la soledad y  nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a sentir ese vacío y vamos a intentar llenarlo con algo material. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.
La angustia aparece cuando no nos aceptamos como somos y para controlarla o que desaparezca, necesitamos reconciliamos y aceptarnos con nosotros mismos.  La finalidad de la ansiedad es proteger al organismo.  La ansiedad va muy de la mano con el estrés y el miedo, por lo que las reacciones químicas del cuerpo son las mismas. Este sentimiento también es una anticipación del peligro.

El estrés
Aparece por la competitividad, de querer ser más de los que podemos ser. El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero hay un estrés bueno que nos permite estar listos y despiertos en las crisis y aprovecharlas como una oportunidad para surgir a un nuevo nivel de conciencia. El estrés también aparece cuando estamos en una situación de peligro, como un accidente, un incendio, etc. 
El estrés produce cambios químicos en el cuerpo; el cerebro envía señales químicas que activan la secreción de hormonas (como catecolaminas, entre ellas la adrenalina) en la glándula suprarrenal; estas hormonas producen una reacción en cadena: el corazón late más rápido y sube la presión arterial; la sangre es desviada a los intestinos y a los músculos del abdomen para huir del peligro; el nivel de insulina aumenta para que el cuerpo metabolice más energía. Si tenemos un periodo prolongado de estrés, estimula un exceso de acido estomacal que dará origen a una úlcera; nos puede causar enfermedades cardiovasculares, artritis reumatoide, migrañas, calvicie, asma, tics nerviosos, impotencia, sarpullidos, irregularidades en la menstruación, diabetes, colitis, dolores de espalda, pérdida o aumento de apetito y por supuesto, una variación de peso.

El miedo
Lo sentimos cuando estamos en una situación de peligro o de incertidumbre.  Es un sentimiento incontrolable que se desata en el sistema límbico, encargado de controlar las emociones (lucha, huida, evitación del dolor, situaciones de sobrevivencia y conservación del individuo). El miedo ocasiona que se incremente el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, el nivel de glucosa en la sangre y la actividad cerebral y la coagulación sanguínea. El sistema inmunológico se detiene al igual que las funciones no esenciales; la sangre fluye a las extremidades inferiores en preparación para la huida; el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células.  Se agrandan los ojos para mejorar la visión, se dilatan las pupilas para para facilitar la entrada de luz a la retina, la frente se arruga y los labios se estiran de manera horizontal.


La soledad
Sentirse solo no quiere decir que no tengamos a nadie alrededor, sino sentimos que no contamos con nadie en el mundo para afrontar alguna situación, que nadie nos quiere, que no podemos hablar ni confiar en nadie. Cuando este sentimiento se vuelve crónico, puede afectar severamente nuestra salud mental y física. La soledad provoca que el sueño sea fragmentado, ya que no tenemos a nadie que nos proteja y esa inseguridad causa la preocupación y se no hay un sueño “corrido” durante toda la noche; lo que nos causa fatiga y los niveles de energía caen, teniendo deseos de no estar activo.  La soledad causa que busquemos otras fuentes para llenar ese vacío, como comida, alcohol, drogas, etc.  El cuerpo se vuelve más vulnerable a los virus ya que el cuerpo se concentra en combatir las bacterias.  La soledad activa el sistema nervioso simpático, responsable de preparar la cuerpo ante una amenaza. La resistencia vascular aumenta, endurece las arterias, lo que eleva la presión arterial. Los niveles de cortisol aumentan (hormona del estrés usada para reforzar la energía del sistema inmunológico).

El amor
El estado de enamoramiento es una sensación mental y tiene más o menos las mismas sensaciones fisiológicas que la ansiedad: hormigueo, temblores, palpitaciones, dificultades de atención, etc.  La hormona feniletilamina, perteneciente al grupo de las anfetaminas, es la responsable de sentir amor; cuando el cerebro se inunda de esta sustancia, éste secreta dopamina (neurotransmisor responsable de que deseemos algo y repetir acciones que nos causan placer), norepinefrina y oxitocina (mensajero químico del deseo sexual, estimulante de contracciones uterinas y estimulador de la leche materna). En las reacciones emocionales hay descargas neuronales y otras sustancias químicas que son las responsables de los signos del enamoramiento. Cuando vemos o estamos con la persona que nos gusta o nos interesa, se dispara una señal de alarma a través del sistema nervioso; el hipotálamo envía mensajes a diferentes glándulas suprarrenales que aumentan la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).  En este instante, el corazón late más rápido, la presión arterial sube, se liberan grasas y azucares para aumentar la capacidad muscular, se generan más glóbulos rojos con el fin de mejorar la oxigenación de la corriente sanguínea.  Al amor lo controla el sistema nervioso autónomo, en el cual es todo impulso y reacciones químicas; este sistema también controla el orgullo, los celos y el miedo. A través de nervios microscópicos, los impulsos se trasmiten a los capilares, glándulas sudoríparas y folículos pilosos del cuerpo. El amor también libera estrógenos, los cuales favorece a la piel, el cabello, las uñas; previene en envejecimiento, aumenta la vitalidad y fortalece el sistema inmunológico.  Todos estos procesos, tienen lugar en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de ahí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas.



¿Cómo podemos mejorar la salud emocional?
Primero,  debemos tratar de reconocer nuestras  emociones y comprender por qué las estamos teniendo.  Descifrar las causas de la tristeza, estrés, ansiedad o soledad nos pueden ayudar a manejar la salud emocional.  Los siguientes consejos son útiles:

Expresar los sentimientos de manera apropiada. 
Guardar sentimientos negativos hacen que nos sintamos peor.  Está bien dejar que nuestros seres queridos sepan cuando hay algo que nos está molestando o preocupando.  Sin embargo, hay que tomar en cuenta que nuestros familiares y amigos pueden no ser capaces de ayudarnos a lidiar con los sentimientos apropiadamente.  En estos momentos, pedir ayuda a alguien que no esté involucrado en la situación para controlar las emociones

Tener una vida balanceada. 
Tratemos de no obsesionarnos con los problemas de trabajo, escuela o casa que puedan conducir a sentimientos negativos.  Esto no significa que pretendamos que estamos felices cuando en realidad nos sentimos deprimidos, ansiosos o perturbados.  Una opción es usar un diario para llevar un registro de las cosas que nos hacen sentir feliz o en paz.  Tener una actitud positiva puede mejorar la calidad de vida y también afectar positivamente la salud.  Busquemos tiempo para hacer las cosas que nos gustan, como pintura, escritura, baile, deportes, etc.

Desarrollar tolerancia ante la adversidad.
La gente con tolerancia ante la adversidad es capaz de lidiar con el estrés de manera sana.  La tolerancia ante la adversidad puede aprenderse y fortalecerse por medio de estrategias distintas. Estas incluyen tener apoyo emocional, mantener una imagen positiva de si mismo, aceptar el cambio y poner las cosas en perspectiva.

Calmar la mente y el espíritu. 
Los métodos de relajación tales como la meditación son maneras útiles para balancear las emociones.  La meditación es una forma de pensamiento guiado.   Por ejemplo, puedomos hacerla haciendo ejercicio, estirándonos y respirando profundamente.  

Cuidar de si mismo. 
Para tener buena salud emocional, es importante cuidar nuestro cuerpo teniendo una rutina regular para comer comidas saludables, dormir lo suficiente y hacer ejercicio para aliviar la tensión acumulada.  Evitemos comer en exceso y no abusar de las drogas o el alcohol.  

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